La decisión última sobre si transformar tu empresa digitalmente o no, como responsable de tu empresa, es tuya.
Pero pocas opciones nos quedan. O nos ponemos las pilas o llegaremos tarde. Y ya sabes, el que llega tarde se queda con lo que los demás no han querido. Si queda algo, claro.
Transformar digitalmente la empresa significa convertirla en una Smart Industry y es una elección que marcará, sin duda, el futuro, nuestro futuro.
¿Qué riesgos corremos si decidimos NO ser una Smart Industry?
Riesgos no transformarse digitalmente
Evidentemente, podríamos enumerar un listado enorme, pero vamos a centrarnos en los que consideramos más importantes desde diferentes perspectivas. Y en las que la tecnología tiene un papel protagonista.
Riesgo 1. Fabricar más, mejor y más barato.
Sí, has leído bien. Fabricar más, mejor y más barato. Ya no sirve pensar así.
Debemos conocer más y mejor a nuestros clientes para adecuar nuestros productos y servicios. Seguramente debamos pensar en cambios más profundos, cambios en nuestro modelo de negocio.
Las premisas sobre las que estábamos trabajando ya no sirven. A diferencia de como ocurría hasta hace bien poco, no son las empresas de fabricación las que ahora crean tendencias y los clientes compran lo que se les dice. Ahora ya no. El mundo ha cambiado. Y debemos entenderlo rápidamente para adecuar nuestra estrategia y, para ello, apalancarnos en la tecnología.
Centrarse en fabricar más, mejor y más barato y llenar nuestro almacén de producto acabado que no podemos vender es un riesgo que no nos podemos permitir.
Una Smart Industry aprovecha la tecnología para producir aquello que le van a comprar.
Riesgo 2. Incorporar tecnología.
Estamos asistiendo a una nueva era en la que las máquinas, la tecnología, han pasado de poder realizar tareas físicas más rápida y eficientemente que las personas a actividades que incluyen capacidades cognitivas y que requieren de cierto grado de inteligencia.
Tareas que conocemos hoy en día desarrolladas por personas irán transformándose y dejando paso a máquinas que realizarán ese trabajo de manera más eficiente y barata.
Pero la experiencia nos indica que su verdadero potencial exige que las personas y la tecnología vayan de la mano. Se hace necesaria una nueva forma de entender los proyectos de automatización. Una nueva manera de generar una relación entre las personas y las máquinas más fluida.
Incorporar tecnología sin considerar el factor humano es uno de los mayores riesgos. Hay que transformarse digitalmente sin duda.
Una Smart Industry hace qué personas y tecnología vayan de la mano.
Riesgo 3. Departamentos estancos.
La flexibilidad y el progreso en la gestión, pasan por compartir información entre las diferentes áreas de la empresa. Acostumbramos a disponer de departamentos estancos que pocas veces comparten información.
Venimos de una forma de trabajar en la que la información mal entendida, es poder. Y no es así.
El poder se lo otorgamos nosotros cuando convertimos esa información en conocimiento. Lo que para mi departamento es muy valioso puede ser irrelevante para otro y viceversa.
Mantener departamentos estancos y no pensar que la información de mi departamento puede ser también útil para otros es la mejor forma de fracasar. Los procesos aislados y la falta de integración entre diseñadores, desarrolladores y productores limitan la innovación y la calidad del producto.
Una Smart Industry aprovecha la tecnología para compartir la información abiertamente.
Riesgo 4. Beneficio mal entendido.
Según la RAE:
“Ganancia económica que se obtiene de un negocio, inversión u otra actividad mercantil”. Pero en otra de sus acepciones, la primera: “Bien que se hace o se recibe”.
Centrarse en el beneficio puramente económico es, sin lugar a dudas, un error. Las empresas, además, deben ejercer su responsabilidad social y medioambiental.
Una empresa ni puede ni debe olvidar su compromiso con la sociedad y debe tratar de ser lo más responsable posible. Olvidar este compromiso y no aprovechar la tecnología para mantener un crecimiento sostenible es una garantía de fracaso.
Una Smart Industry aprovecha la tecnología para ser responsable social y medioambientalmente.
Riesgo 5. Con mis orejeras puestas.
Muchas empresas llevan orejeras de modo que sólo ven el camino frente a ellas y solamente se las quitan cuando se trata de copiar.
El mundo es periférico y cada vez gira más rápido. Y evoluciona a un ritmo de progresión geométrica que nuestro cerebro no es capaz de entender.
Obviar lo que sucede alrededor, no anticiparse, no ser proactivo, no innovar, tener miedo al fracaso, conduce inevitablemente al fracaso. La innovación debe ser parte fundamental, dinámica y cumplir con las expectativas del cliente.
Una Smart Industry aprovecha la tecnología para innovar, anticiparse y ser proactiva.