Vamos a pararnos un poco a reflexionar. Cada día nos encontramos con lo mismo. Y no será porque no nos interese vender tecnología. De hecho, en MAS INGENIEROS es a lo que nos dedicamos. Pero igual es bueno pensar un poco.
Evidentemente debemos hablar de tecnología, debemos entenderla y aplicarla de manera racional en función de nuestras necesidades, actuales y futuras. Pero no pensando en ella como el fin último, como la panacea que va a resolver todos nuestros males. NO. Es más, muy probablemente y así está ya sucediendo en algunas empresas, esos males son ahora mayores. Y nos cuestan más dinero.
No es un problema de tecnología. Si así fuese, problema resuelto fácil y rápidamente. Se trata de un cambio de mentalidad, un proceso de transformación en el que la tecnología tiene un papel importantísimo, central seguramente, pero no único y, en la mayoría de casos, no el primero.
Hablamos de TRANSFORMACIÓN. En el sentido más amplio, tanto en nuestra organización como en el mundo entero. Porque la clave está ahí. El mundo entero está cambiando. Son otras las reglas y debemos acatarlas. Una transformación que necesariamente debe apalancarse en la mejor tecnología que seamos capaces de implementar, pero sustentada por un cambio cultural, de maneras de hacer. Quizás una antes que la otra. O quizás la otra antes que la una. O igual ambas a la vez, escenario ideal. Lo importante es darse cuenta de que ambas deben coexistir. Una sin la otra carecen de sentido. Y parece que, quizás por lo «intangible» del propio concepto digital, estemos dando mayor importancia a esta parte, cuando tan importante es una como la otra.
Una revolución tan radical, compleja, con tanto componente de incertidumbre y ambigüedad no puede ni debe tomarse a la ligera. En todas las revoluciones vividas hasta la fecha, el componente tecnológico ha sido clave. Pero las empresas que han sobrevivido a cada una de las revoluciones son las que han sabido transformarse, adaptar su cultura utilizando esa nueva tecnología en beneficio propio, tratando de dar más valor a sus clientes. Aquellas que «simplemente» se dejaron llevar por la moda del momento, implantando tecnología pensando que ahí estaba la clave, son las que peor lo pasaron en el mejor de los casos. Así de claro.
Fabricar más y mejor. Ya no sirve pensar así. Debemos conocer más y mejor a nuestros clientes para adecuar nuestros productos y servicios. Seguramente debamos pensar en cambios más profundos, cambios en nuestro modelo de negocio. Las premisas sobre las que estábamos trabajando ya no sirven. No son las empresas de fabricación las que ahora crean tendencias y los clientes compran lo que se les dice. Ahora ya no.
El mundo ha cambiado. Y debemos entenderlo rápidamente para adecuar nuestra estrategia y, con ello, apalancarnos en la tecnología.
Igual, antes de hacer nada, es bueno pensar un poco.